Durante la Belle Époque, distintas corrientes artísticas confluyeron para dar forma a un tiempo de esplendor cultural, un cruce entre lo clásico y lo moderno que rara vez ha sido explorado por el videojuego. Ese breve paréntesis que sigue a la Ilustración —donde la razón y el arte se daban la mano— sirve como marco perfecto para Clair Obscur: Expedition 33, el nuevo RPG de Sandfall Interactive. Un juego que seduce a la vista con paisajes de melancólicos colores, vientos tristes y cielos quebrados, y que utiliza las mecánicas del medio para hablar del duelo, el viaje y el deseo profundo de recomponer lo perdido.
Viaje por lo nuevo y lo bello
La Revolución Industrial había alcanzado su cénit en Europa, especialmente en Francia, donde el dogma comenzaba a ceder ante el empuje de la ciencia. En París, el modernismo arquitectónico abrazaba la coexistencia: hierro, vidrio y acero se entrelazaban con elementos del clasicismo y el neogótico. Al mismo tiempo, el Art Nouveau llenaba la pintura de curvas orgánicas, inspiradas en la naturaleza y delineadas con trazo firme y sinuoso.
Expedition 33 recoge esa contradicción entre tradición y ruptura y la lleva al corazón de su diseño. En sus escenarios, las curvas se imponen, vivas, como si el mundo hubiera sido esculpido con la misma delicadeza que sus colores. Pero es en su centro metafórico donde esa tensión cobra mayor peso: cada año, la Peintresse despierta y dibuja la muerte con su pincel. Frente a ella, un grupo de protagonistas se lanza a una misión suicida. La ciudad de Lumière, símbolo de un pasado de esplendor, es ahora un espacio fragmentado, donde la lógica se diluye en una espiral púrpura y la razón ya no basta para entender el mundo.
Sandfall no oculta su voluntad de hablar de dualidades. Pero lo claro y lo oscuro no se presentan aquí como polos morales opuestos, sino como negaciones mutuas. La ciencia, que una vez desafió al ciclo natural, ha llevado a la humanidad de vuelta a un estado primitivo a través de su propia destrucción.
Dolor en la madurez
Sus protagonistas encarnan ese retorno doloroso. Gustave no es un héroe clásico, sino un adulto roto por la pérdida, atrapado en la memoria. Maelle, a quien protege, representa el umbral de la madurez: el tránsito al "coming-of-age". Juntos forman el núcleo de una historia que no avanza por gloria, sino por desesperación. Como generaciones que se relevan en medio del miedo, el juego construye un puente entre lo viejo y lo nuevo, y lo hace a través del legado de quienes partieron antes.
En su apuesta por romper con el diseño de niveles convencional, Expedition 33 guía al jugador por escenarios que desafían la lógica y marean la vista. La estética prevalece sobre el canon del diseño emergente. Aquí no hay minimapas: solo la voluntad de caminar hacia lo desconocido.
Cuando la obra nos habla
La narrativa se detiene, en ocasiones, para dejarnos escuchar. Gustave escribe un diario —un remolino de pensamientos— con la esperanza de que sirva a futuras expediciones. Desde su arquetipo paternal, no deja de cuidar a los demás. Y es en las pausas, junto al fuego, donde los personajes se sinceran, se preguntan: ¿están justificados nuestros miedos? ¿Se puede recuperar lo perdido si aún queda esperanza?
El mundo de Clair Obscur es un corazón hecho añicos, un lugar de belleza rota, de amores que se escapan entre los dedos. Pero si hay un atisbo de luz, quizás se encuentre al final de uno de esos caminos iluminados que el juego nos invita a seguir, incluso cuando todo parece haber colapsado.